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Si ómicron infecta a todos, con o sin vacuna, ¿tiene caso vacunarse?

Es cierto que ómicron parece infectar a cualquier persona sin importar si fue vacunada o no. Pero el tipo de enfermedad, el nivel de anticuerpos, y las consecuencias son ser significativamente diferentes. Y los no vacunados son los que más riesgos corren.

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Las personas que se infectaron con alguna variante previa y luego se vacunaron (o al revés) tienen mayor posibilidad de que su sistema inmune las proteja ante ómicron, en comparación con quienes no recibieron la vacuna.
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Desde que fue reportada la variante ómicron a finales de 2021, ha habido más de noventa millones de casos en todo el mundo. De ellos, muchos han sido personas que no han recibido ni una dosis de la vacuna contra el covid-19, pero también quienes tenían el esquema completo de vacunación. Entonces ¿qué diferencia hace esta vacuna?

Lo que muestran varios análisis preliminares es que podría haber diferencias importantes en cuanto a la forma en la que vacunados y no vacunados viven la enfermedad y las consecuencias de la misma. Incluso, hay algunos estudios que muestran que las personas vacunadas podrían ser menos contagiosas que las no vacunadas.

En todos los casos, las personas no vacunadas llevan las de perder. De acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC), las personas no vacunadas tienen un riesgo de infección cinco veces más alto que quienes se vacunaron y recibieron la dosis de refuerzo.

Y la infección es solo el inicio. Conforme avanza la enfermedad y aparecen nuevas variantes, la diferencia entre estar vacunado o no se va volviendo una diferencia de vida o muerte.

Covid-19, con diferentes niveles de gravedad

Es cierto que la cantidad de mutaciones y la alta transmisibilidad de ómicron representaron nuevos retos para las vacunas disponibles. Sin embargo, en apenas unos meses, ya es posible afirmar que todas las vacunas han funcionado bien para evitar que más personas se enfermen, ingresen a un hospital o mueran.

Para las personas no vacunadas la conclusión ha sido distinta. Un estudio elaborado en Los Ángeles muestra que mientras que la tasa de incidencia (casos de covid-19) y de hospitalización fue de 2 y 5.3, respectivamente, entre las personas vacunadas, para las personas no vacunadas fue de 3.6 y 26, respectivamente. Esto indica que las personas sin vacuna tienen muchas más posibilidades de terminar hospitalizadas por covid-19 respecto a alguien que recibió su vacuna.

No solo eso. “Durante todo el periodo analizado, el ingreso en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), la intubación para ventilación mecánica y la muerte fueron más probables entre las personas no vacunadas que entre las personas totalmente vacunadas sin o con un refuerzo (p<0,001)”, explican los autores. Y con base en sus datos, concluyen que “estar al día con la vacunación contra el covid-19 es fundamental para protegerse contra la infección por el SARS-CoV-2 y la hospitalización asociada”.

Pero quizás lo más importante es la incidencia de muerte. De acuerdo con datos de diciembre de 2021 de los CDC, el promedio de muertes a la semana por covid-19 entre la población vacunada y con refuerzo fue de 0.7 y 0.1 por cada 100 mil personas, respectivamente. En contraste, en la población no vacunada, el promedio de muertes semanales fue de 9.7 por cada 100 mil personas.

“Esto significa que el riesgo de morir de covid-19 fue 14 veces mayor para las personas sin vacuna, comparado con quienes recibieron sus dosis de primer esquema; y 97 veces mayor en comparación de quienes recibieron el refuerzo”, dijo en una presentación la directora de los CDC, Rochelle Walensky.

Diferentes niveles de anticuerpos neutralizantes

Aunque la medición de anticuerpos neutralizantes no es la única forma de evaluar la eficacia de las vacunas, sí puede servir para comparar los niveles de protección que pueden tener distintos grupos de poblaciones.

Eso es lo que hizo un grupo de investigación que se propuso analizar qué tantos anticuerpos neutralizantes ante ómicron tenían distintos grupos: desde infectados con variantes previas, hasta vacunados con distintas marcas. Y encontraron que, si bien todos son proclives a infectarse con ómicron más fácilmente que con las variantes anteriores, las personas convalecientes, es decir quienes se infectaron de una variante previa pero no recibieron la vacuna, tenían menos anticuerpos que quienes sí habían recibido a vacuna.

“Las muestras de suero que se obtuvieron de participantes convalecientes no neutralizaron en gran medida la variante ómicron, aunque se observó una neutralización cruzada contra otras variantes. Sin embargo, 9 de las 10 muestras de suero que se obtuvieron de participantes convalecientes-vacunados o vacunados-convalecientes fueron capaces de neutralizar la variante ómicron, aunque en menor grado que la variante delta”.

Por lo tanto, las personas que se infectaron con alguna variante previa y luego se vacunaron (o al revés) tienen mayor posibilidad de que su sistema inmune las proteja ante ómicron, en comparación con quienes no recibieron la vacuna.

Distintas secuelas

Otra buena noticia para las personas vacunadas es que podrían tener menos posibilidad de vivir secuelas típicas de covid-19, como la fatiga, en comparación con quienes se infectaron pero no recibieron la inmunización. Por algunos estudios en Reino Unido y Estados Unidos, se sabe que entre 7% y 18% de las personas que padecen Covid-19 desarrollará en las cinco semanas posteriores a la infección algunos síntomas de Long-Covid -como se le ha llamado al síndrome de secuelas post covid-19. Y para casi el 30% de ellos, esos síntomas podrían afectar su habilidad para concentrarse, hablar o recordar.

Lo que algunos investigadores buscar averiguar ahora es si estos síntomas son más o menos comunes entre las personas que se infectaron sin haber recibido la vacuna. Y aunque no hay consenso hasta ahora, algunas investigaciones muestran que sí hay diferencia: un estudio con 780 mil veteranos de Estados Unidos encontró que alrededor del 11% del grupo no vacunado tuvo síntomas persistentes post infección por al menos 28 días, en comparación con el 5% del grupo vacunado.

Algunos especialistas consideran que puede ser lógico que las vacunas impidan la aparición de algunos síntomas tras la infección, debido a que ayudan al cuerpo a reconocer al virus y detenerlo antes de que éste se establezca en los reservorios del organismo, dijo Akiko Iwasaki, inmunóloga de la Universidad de Yale en New Haven a Nature.

Esta respuesta inmunitaria es específica, lo que reduce la posibilidad de que haya reacciones inmunitarias no específicas que puedan derivar en daños posteriores, lo que no necesariamente ocurre si las personas exponen su sistema inmune al virus por primera vez sin estar vacunadas.

Distintas formas de transmitir nuevas variantes

Una última diferencia que ha hecho pública Dinamarca tiene que ver con la facilidad de transmitir nuevas variantes. Hace unas semanas se reportó en ese país una nueva subvariante de ómicron, llamada BA.2, la cual parece ser mucho más transmisible que la original BA.1. Mientras que la BA.1 tiene una probabilidad de difusión dentro de un hogar de 29%, la nueva BA.2 llega a 39%.

Pero lo que muestran algunos estudios preliminares, elaborados por grupos de investigadores daneses y aún no revisados por pares, es que a pesar de que la nueva variante infecta a todos (vacunados, vacunados con refuerzo y no vacunados), “el patrón de mayor transmisibilidad en los hogares BA.2 no se observó en los casos primarios totalmente vacunados y vacunados de refuerzo”, lo que muestra el beneficio de la vacuna y la posibilidad de que las personas no vacunadas puedan propiciar más contagios.

En resumen, el resultado de enfrentar a ómicron cambia de manera significativa dependiendo de si la persona tiene o no la vacuna. Quienes no han sido inmunizados tienen mayor posibilidad de infectarse, de tener que ser hospitalizados o morir por la enfermedad. Si sobreviven, podrían vivir con más secuelas y, encima, transmitir más fácilmente nuevas variantes, en comparación con los vacunados. Así que la respuesta es clara: vacunarse sí hace la diferencia.

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