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¿Qué tan grave es el brote de Covid-19 en China?

Debido a la falta de información creíble del gobierno chino, los investigadores de todo el mundo están buscando pistas para determinar el tamaño y la gravedad de la oleada.

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Un grupo de pasajeros, incluida una persona con equipo de protección, en la estación de tren de Shanghái este mes.
Qilai Shen / The New York Times

A medida que la Covid-19 se propaga con gran rapidez en China, científicos de todo el mundo buscan pistas sobre un brote de enormes consecuencias para la salud de cientos de millones de chinos, la economía mundial y el futuro de la pandemia.

Pero a falta de información creíble por parte del gobierno chino, determinar el tamaño y la gravedad del brote en el país más poblado del mundo es un gran juego de adivinanzas científicas.

En Hong Kong, un equipo de investigadores estudió a fondo los datos de los pasajeros de cinco líneas de metro de Pekín para determinar la posible propagación. En Seattle, un grupo de modeladores intentó en vano aplicar ingeniería inversa a una filtración gubernamental no verificada que detallaba el número de casos de las autoridades sanitarias chinas. En el Reino Unido, los científicos están elaborando sus propios cálculos de eficacia de las vacunas chinas.

Cualquier anécdota personal o noticia en las redes sociales proveniente de China —como la escasez de medicamentos, los hospitales desbordados, los crematorios saturados— puede servir para los modelos de los investigadores.

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Estantes vacíos en una farmacia de Pekín, el 20 de diciembre de 2022.
Gilles Sabrié / The New York Times

Todos intentan entender lo mismo: ¿a qué velocidad se propaga el virus en el país? ¿Cuánta gente ha muerto? ¿Podría ser China la fuente de una nueva y peligrosa variante?

Mientras los científicos sopesan diversas fuentes de información poco fiables, se preparan para resultados que pueden ser catastróficos. Si no se toman nuevas medidas de precaución, algunos cálculos del peor de los escenarios sugieren que la Covid-19 podría matar a tantas personas en China en los próximos cuatro meses como lo ha hecho con los estadounidenses durante los tres años que hemos vivido en pandemia.

Sin respuestas satisfactorias, algunos países están limitando el ingreso de viajeros chinos, aunque basados en parte en temores infundados o motivaciones políticas. Estados Unidos, Italia y Japón han dicho que exigirán una prueba de Covid-19 negativa a quienes vengan de China, por temor a que el aumento de casos en China pueda producir nuevas variantes más amenazadoras.

Aunque los investigadores y expertos en virus dijeron que lo más probable es que las nuevas medidas tengan poco efecto, de tenerlo, para frenar la propagación, las políticas reflejan la limitada visibilidad del brote. En general, los modelos de los científicos apuntan a una propagación explosiva y a una elevada tasa de letalidad, dado que muchas personas en China tienen poca o ninguna inmunidad a las subvariantes ómicron. Pero incluso sus estimaciones son dispares.

En la más sombría de las hipótesis sobre lo que podría significar el fin de la política china de “cero Covid”, casi un millón de personas podrían morir durante los primeros meses de la reapertura, según informaron este mes investigadores de Hong Kong en un estudio financiado en parte por el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, aunque el estudio no proporciona un periodo exacto.

Un grupo estadounidense calculó hasta medio millón de muertes para abril y otro millón para finales de 2023 si China rechaza los mandatos de distanciamiento social. Airfinity, una empresa de análisis ubicada en el Reino Unido, presentó esta semana un pronóstico a corto plazo aún más funesto: 1,7 millones de muertes por Covid-19 para finales de abril.

Hasta este mes, el mundo parecía tener una idea más o menos clara de lo que estaba ocurriendo con el virus en China. El Partido Comunista en el poder publicaba con orgullo las bajas cifras diarias de casos y muertes como testimonio de su estricta política de "cero Covid". Un sistema nacional de confinamientos, cuarentenas y pruebas masivas mantuvo el virus a raya.

Pero a principios de diciembre, el gobierno decidió abandonar de manera repentina su estrategia de “cero Covid”, lo cual dejó a la comunidad científica en la oscuridad.

“Nadie tiene ni la más remota idea”, afirmó Siddharth Sridhar, virólogo clínico que centra sus estudios en las enfermedades infecciosas emergentes.

Siempre ha sido difícil predecir el curso de la pandemia. Incluso en lugares como el Reino Unido, donde los datos son confiables, los pronósticos casi siempre han estado muy lejos de la realidad. Sin embargo, los científicos han usado las muertes por Covid-19 registradas como un barómetro confiable para determinar el posible tamaño de un brote.

Los datos procedentes del gobierno chino ya no son de fiar. Según los datos oficiales, China solo ha declarado 12 muertes por Covid-19 desde el 1 de diciembre. El país ha manifestado que solo contará las muertes por insuficiencia respiratoria directamente relacionada con la infección y que dejará fuera a un gran número de personas que murieron porque la infección agravó enfermedades subyacentes o causó insuficiencia cardiaca o hepática.

Los expertos afirman que la velocidad de propagación sugiere un número mucho mayor de muertes. La semana pasada, una ciudad reportó medio millón de casos en un solo día. Otra, manifestó tener un millón.

También hay indicios de que las autoridades están presionando a médicos y crematorios para que eviten catalogar como relacionadas con el virus incluso las muertes por causas respiratorias.

Varios modeladores incluso dudan de la información filtrada por las autoridades gubernamentales sobre el recuento de casos, que se ha utilizado para evaluar la magnitud del brote en China. Un cálculo reciente, que circuló por las noticias y las redes sociales chinas, citaba datos de las autoridades sanitarias nacionales según los cuales 250 millones de personas se habían infectado en los primeros 20 días de diciembre.

Algunos científicos afirmaron que esas cifras tan importantes indicaban ya fuera que China había estado suprimiendo los datos durante meses o que estaba intentando hacer creer que el brote había alcanzado su punto máximo.

“O saben algo que nosotros no o están tratando de decir que lo peor ya pasó”, comentó Christopher Murray, director del Instituto de Métricas y Evaluación Sanitaria de la Universidad de Washington.

Sin embargo, a los científicos y expertos en salud pública les preocupa que la variante ómicron haya parecido menos grave en otros lugares en gran parte porque esas poblaciones tenían enormes reservas de inmunidad, incluso de infecciones anteriores, un conjunto de circunstancias que no se dan en China. Si China intenta sobreponerse al brote sin reimponer medidas de salud pública ni aumentar la vacunación, los científicos temen que haya muchas muertes innecesarias.

Por ejemplo, los investigadores de Hong Kong descubrieron que administrar más cuartas dosis de la vacuna y medicamentos antivirales, además de implementar medidas de distanciamiento social, podría salvar al menos 250.000 vidas durante la reapertura de China. El equipo de Murray también encontró que los mandatos de distanciamiento social podrían ayudar a evitar que los hospitales sufrieran una ola concentrada de pacientes, lo cual reduciría unas 200.000 muertes hasta abril, incluso más si a esas medidas se suma el uso más generalizado de cubrebocas y antivirales.

La percepción que el público chino tenga de la amenaza del brote también será importante para su trayectoria. Los científicos señalan que incluso si la gente decide empezar a tomar más precauciones durante un breve periodo, esto podría suponer la diferencia entre que los hospitales puedan tratar a sus pacientes más enfermos o que se vean completamente desbordados.

La tasa de vacunación del país es otra variable importante. Mientras que el 90 por ciento de la población ha recibido dos dosis de la vacuna, la tasa de refuerzo es mucho menor entre los chinos de mayor edad. La Organización Mundial de la Salud ha dicho que con las vacunas chinas que utilizan virus inactivados es fundamental recibir tres dosis.

Según James Trauer, experto en el modelado de enfermedades infecciosas de la Universidad Monash de Melbourne, Australia, la protección extra de las dosis adicionales debe surtir efecto en menos de dos semanas para las personas con vacunas anteriores. Y señaló que el tamaño del país significa que el brote no alcanzará a todo el mundo al mismo tiempo, lo que dará a algunos lugares algo de tiempo para inocular a más personas.

c.2023 The New York Times Company

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