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Foto: Mario Segovia Guzmán
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La historia del abrazo entre un policía y dos manifestantes

Hubo quienes afirmaron que eran sus hijos. Otros que era una foto armada para ennoblecer a la Policía Nacional. Lo cierto es que se trata de una postal de esperanza en medio de las dolorosas imágenes que nos dejó la marcha del 14 de noviembre. En este breve recuento de Salud con Lupa, compartimos la secuencia completa y el testimonio del fotógrafo que capturó un instante de paz en medio de la desolación.

La fotografía del abrazo entre dos manifestantes y un policía durante las protestas del sábado 14 de noviembre fue una luz en medio de una noche tristemente oscura. La prueba de que la hermandad es posible entre dos bandos que minutos antes se habían lanzado piedras y perdigones. La constatación de que todos, al fin y al cabo, éramos peruanos y que también había humanidad en una institución que había reprimido con fiereza a la turba. Como no podía ser de otra manera, la postal del fotógrafo Mario Segovia Guzmán se viralizó rápidamente en las redes sociales.

Fue entonces que surgieron una infinidad de teorías. La más extendida: que los dos muchachos eran hijos del policía y que se habían encontrado en plena marcha. El fanpage Policía Creativa y Verónica Márquez, coordinadora de prensa de la Policía Nacional del Perú, sostuvieron esta versión. “Tú que saliste de casa, te despediste sin saber que nos encontraríamos en la lucha por nuestro país. Quisiera protegerte y en mi impotencia solo he conseguido llorar pensando que podía pasarte lo peor”, romantizó la escena Policía Creativa, una página dirigida por un diseñador anónimo que pertenece a la institución policial.

La fotografía fue utilizada dos días después por Daniel Urresti, congresista y candidato a la presidencia de la República. “Ha llegado el momento. Sí podemos”, tuiteó en su cuenta oficial en clara referencia a su partido Podemos Perú. El viernes 20 de noviembre la postal fue portada del diario Expreso. “La Policía no es asesina” fue el titular a modo de defensa. Pero así como algunos daban por sentado esta historia, otros prefirieron dudar. Pensaban que se trataba de una dramatización para ensalzar a una institución que quedó manchada con las muertes de los jóvenes Inti Sotelo Camargo y Jack Bryan Pintado y no de un acto espontáneo. Hubo también quienes confundieron la escena con la emboscada que sufrió un grupo pacífico de manifestantes durante la madrugada del domingo 15 de noviembre frente al Congreso. Emboscada que fue televisada a nivel nacional.

El fotógrafo Mario Segovia Guzmán capturó el instante a las 9:48p.m. en el cruce de las avenidas Nicolás de Piérola y Abancay. Ocho minutos después de que se reportara el fallecimiento de Jack Bryan Pintado. Lo hizo cuando el enfrentamiento entre la policía y los manifestantes había cesado. “Hubo un momento en que los manifestantes avanzaron de manera muy lenta para que la Policía se diera cuenta de que no querían atacarlos. De pronto veo que uno de ellos tiene la intención de abrazar a un policía. Luego me doy cuenta que no solo es uno sino dos. Ahí fue que les tomé la foto. No pude preguntarles nada porque andaba de un lugar a otro”. Como puede observarse, uno llevaba puesta la camiseta de la selección peruana y el otro ondeaba la bandera peruana sobre sus espaldas.

El programa Punto Final ubicó al policía y confirmó que, efectivamente, los muchachos no eran sus hijos. “Pensé que venían a agredirme o a lanzarme algo, pero vinieron a abrazarme. Estaban llorando muy nerviosos y asustados. Eran jóvenes que seguro luchaban por una razón. Sentí que eran como mis hijos. Por eso los abracé para tranquilizarlos. No me lo esperaba”, contó el suboficial Carlos Mauricio Flores Flores, brigadier con casi treinta años de servicio y miembro de la Unidad Especial El Potao.

Una imagen sacada de contexto puede ser aprovechada, como hemos visto, en beneficio propio. Por eso es importante encontrar a esos dos jóvenes para conocer su versión de los hechos. El mensaje, sin embargo, no deja de ser potente: en el Perú todos necesitamos del apoyo y la comprensión del otro. Incluso en una lucha desigual donde los delitos no deben quedar impunes.

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