Seis mentiras sobre
la marihuana que insistimos en creer

1. No hay evidencia científica que respalde el valor medicinal de la marihuana

Sí existe evidencia científica sobre el valor medicinal del cannabis, pero su rigurosidad varía de acuerdo a la propiedad de esta planta que se esté investigando. Por ejemplo, en el 2017, después de revisar más de diez mil estudios, una investigación de la División de Salud y Medicina de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos publicó que hay prueba suficiente del efecto terapéutico del cannabis en cuatro problemas de salud específicos: dolor crónico en adultos, espasticidad por esclerosis múltiple, epilepsia refractaria, y náuseas y vómitos por quimioterapia. Estas son las cuatro áreas de acción del cannabis con mayor respaldo científico.

Mientras tanto, hay otros beneficios que se le atribuyen que tienen resultados menos concluyentes. La eficacia del cannabis para atender trastornos de sueño o para ayudar a un paciente a romper la dependencia con sustancias adictivas, como los ansiolíticos, aún se apoya sobre todo en testimonios individuales. También, los expertos de salud alrededor del mundo advierten que no se han realizado suficientes ensayos clínicos ni existe evidencia alguna de que el cannabis cure el cáncer. Más allá del debate sobre para qué sirve el cannabis medicinal, la Organización Mundial de la Salud reconoció en el 2018 que esta planta tiene funciones terapéuticas y por eso pidió a la ONU que la saque de su lista de estupefacientes “más peligrosos y sin valor médico alguno”, como la cocaína. Después de varias postergaciones, la ONU ha señalado que brindará una respuesta sobre el tema a finales de este año.

2. La marihuana es la puerta de ingreso a las drogas

No hay evidencia científica de que el consumo exclusivo de marihuana adapte el cerebro y comportamiento del usuario para desear drogas más fuertes en el futuro. Es cierto que el uso regular de sustancias con efectos psicoactivos durante la adolescencia puede provocar cambios en el funcionamiento de los neurotransmisores, como la dopamina, pero eso sucede también con el alcohol o la nicotina. De hecho, ambas opciones son más adictivas que el cannabis. Mientras que la marihuana puede provocar una dependencia psicológica, tanto el alcohol como el tabaco pueden desencadenar una dependencia orgánica, fisiológica y, por ende, más difícil de romper.

Uno de los argumentos más comunes de quienes consideran a la marihuana como la puerta de ingreso a las drogas son los testimonios de usuarios de drogas duras, como la heroína o cocaína. Ellos acostumbran señalar al cannabis como la primera droga que consumieron. Sin embargo, muchos expertos en el tema creen que esto sucede no por el efecto de la marihuana en sí sino por su precio en el mercado y su posicionamiento en barrios vulnerables. Para la abogada Deborah Peterson Small, activista por mejores políticas públicas sobre drogas en Nueva York, las verdaderas puertas de ingreso a la adicción son “la pobreza, el trauma, los problemas de salud mental y los resultados de la criminalización y el estigma”. Además, las cifras también prueban que menos del 10% del total de consumidores de drogas en el mundo llega a convertirse en usuarios problemáticos por lo que no podría usarse estas experiencias como regla universal.

3. La marihuana no tiene ningún efecto adverso

Hay quienes creen que como la marihuana es un “producto natural” es totalmente inofensivo. Eso es falso: en la naturaleza hay miles de plantas y hongos letales. Además, mientras más crece la industria del cannabis, más opciones se encuentran en el mercado. El riesgo es que en la mayoría de países no existen legislaciones que garanticen una oferta segura. El cannabis es una planta compleja cuyo genoma cuenta con más de sesenta mil piezas que la ciencia sigue investigando. Además, presenta cerca de quinientos componentes químicos cuyas proporciones varían de semilla en semilla. Para aprovechar su valor medicinal y terapéutico es fundamental calibrar la dosis exacta que cada persona necesita.

Algunos efectos secundarios de la marihuana, sobre todo la que tiene alto porcentaje de THC, son ansiedad, confusión, mareos, nausea, paranoia y alucinaciones. Según algunos estudios, el cannabis podría aumentar el riesgo de desarrollar problemas psiquiátricos en quienes ya tienen esa disposición genética. Sobre el efecto de la marihuana en las facultades cognitivas del usuario, hay evidencia de que su consumo constante en personas menores de 25 años puede reducir su capacidad de atención, sus habilidades para resolver problemas, su memoria y rendimiento académico. Esto se debe a que en ese rango de edad el cerebro sigue en proceso de desarrollo y los efectos psicoactivos de la marihuana podrían generar alteraciones.

4. El CBD es medicinal, el THC es recreacional

No se puede dividir los componentes ni las propiedades del cannabis de esa forma. Más que una sola droga, la marihuana es la mezcla de casi 500 químicos que interactúan entre ellos. Sin embargo, el THC consolida el estigma de esta planta porque es el cannabinoide que provoca sus populares efectos psicoactivos. Los doctores, en cambio, siguen defendiendo su investigación y uso terapéutico. De los fármacos analizados en 2017, cuando se probó la eficacia del cannabis para condiciones como el dolor crónico o náuseas por quimioterapia, solo unos cuantos eran exclusivamente CBD. La mayoría era una mezcla de CBD, THC y otros cannabinoides que demostraron actuar con más potencia y precisión de manera conjunta.

El THC tiene una estructura muy similar a la anandamida, uno de los cannabinoides que produce nuestro propio organismo y que afecta la memoria, el apetito y nuestro umbral del dolor. Cuando el THC ingresa a nuestro cuerpo interrumpe el proceso natural de la anandamida y abre la posibilidad de generar cambios en la percepción de nuestro cerebro. Por eso, fármacos con THC pueden provocar el aumento de apetito, controlar las náuseas o calmar dolores intensos. Aunque necesite mayor control y cuidado que el consumo del CBD, el THC tiene un valor medicinal que no debería enterrarse bajo el prejuicio.

5. La legalización de la marihuana aumentará el consumo adolescente

Existe mucha confusión entre las personas sobre lo que significaría la legalización de la marihuana. No son pocos quienes creen que se trata de un cambio para promover un consumo sin restricciones. Sin embargo, en la mayoría de países donde se ha legalizado el uso del cannabis no se abarca a usuarios menores de edad. Si aumenta el consumo en ese rango de la población es por la existencia del mercado negro. Además, las políticas públicas no son siempre las mismas: algunos países aprobarán el uso medicinal y recreacional, otros solo el medicinal, otros el autocultivo, etc.

Con mejores leyes y más información, se podría aceptar y promover un consumo responsable del cannabis. La criminalización de esta planta no ha impedido que sea la droga más consumida en el mundo. Además, en lugares donde ya se aprobaron leyes a favor de la marihuana, se está demostrando que los interesados en usarla no son sólo adolescentes que buscan “desconectar” un rato. Desde que se legalizó en algunos estados de Estados Unidos, el consumo ha aumentado sobre todo entre los adultos mayores. En Colorado y California, por ejemplo, existen viajes guiados para personas mayores de 65 años a campos de cultivo, donde podrán informarse y conseguir una cepa a la medida de sus necesidades. La mayoría consume mayor porcentaje de CBD para problemas como el Parkinson, demencia, osteoartritis o inflamaciones crónicas. En un país que registra casi 200 muertes al día por opiáceos (como la oxicodona), los efectos analgésicos del cannabis medicinal podrían ser un tratamiento más seguro.

6. Todo producto con cannabis en su etiqueta tendrá un efecto medicinal

Aunque cada vez se encuentren más productos con cannabis en bioferias y tiendas orgánicas, es necesario recordar que mientras esta planta siga siendo ilegal es poco probable que esos productos cumplan con lo que ofrecen en sus etiquetas. La mayoría no han sido revisados por ningún control de calidad oficial. En países como Estados Unidos hasta se les puede encontrar en cadenas de supermercados, sobre todo en secciones de belleza y bienestar. Algunos aceites y ungüentos señalan contener sólo cáñamo (hemp), es decir cannabis sin THC, y prometen desinflamar pieles irritadas o dolores musculares. Se están popularizando desde lattes infusionados con marihuana hasta supositorios vaginales que aseguran aliviar dolores menstruales. Martha Stewart, ícono de la cocina y vida hogareña americana, acaba de lanzar su línea de gomitas con CBD para controlar el estrés de la pandemia.

Existen dos riesgos con la invasión del cannabis de mostrador: que no tengan las propiedades que prometen en sus etiquetas o que provoquen efectos secundarios en el consumidor. Algunos análisis de productos en el mercado han demostrado que los porcentajes de CBD y THC que contienen son muy bajos para producir algún efecto medicinal. Como sucede con cualquier otro tratamiento, los profesionales de la salud recomiendan consultar con un médico antes de empezar a consumir productos con cannabis. Incluso en su presentación comestible, como gomitas, galletas o bebidas porque, aunque muchos crean que es la presentación más inocua, puede generar reacciones psicoactivas que duren más tiempo.


Ilustración: María Fernanda Pereira

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