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Foto: Salud con lupa
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En la Amazonía, menos del 40% de niños ha sido vacunado contra la polio y el sarampión

El Perú aún no recupera sus tasas de cobertura de vacunación infantil registradas antes de la pandemia de covid-19. Las condiciones geográficas de las regiones amazónicas, la falta de personal y la desinformación hacen que aumenten las dificultades de las brigadas del Ministerio de Salud para llegar a zonas donde hay niños por inmunizar. Loreto, Ucayali y Madre de Dios están entre las doce regiones con mayor retraso de vacunación contra la polio y el sarampión.

La enfermera Karla Vásquez integra una de las ochocientas brigadas de vacunación que están visitando las casas de la región Loreto para identificar a los niños que aún no se han protegido contra la poliomielitis y el sarampión. Desde hace más de cuatro años, ella trabaja en el centro de Salud Antonio, donde las vacunadoras tienen que hacer varios recorridos en las mañanas y las tardes para cubrir los siete sectores de los distritos de Iquitos y Punchana. Algunas se movilizan en mototaxi y otras a pie para convencer a los padres de la importancia de vacunar a sus hijos a tiempo. 

“Algunas veces, por influencia de grupos religiosos y antivacunas, los hogares nos cierran las puertas. Es un desafío grande llegar a los más de mil niños que necesitan vacunarse”, dice la licenciada Vásquez. Loreto es una de las doce regiones que el Gobierno declaró en emergencia sanitaria por riesgo elevado de un rebrote de polio y sarampión en mayo pasado. Además, junto a Ucayali y Madre de Dios, se ubica entre las regiones con tasas más bajas de vacunación infantil del país. Esto significa que registran apenas entre el 25% y 26% de población de niños y niñas inmunizados conforme al esquema de vacunación oficial, un lento avance para la cobertura que deberían tener en esta época del año.  

A nivel nacional, el Ministerio de Salud ha proyectado que en diciembre debería haber vacunado a 2 millones 500 mil niños y niñas: 1 '373,999 contra la poliomielitis y 1' 133,485 contra el sarampión. Para ello, más de 15 mil brigadas vacunan tan rápido como pueden en las regiones que presentan mayores retrasos: Amazonas, Arequipa, Lambayeque, Lima, Madre de Dios, Moquegua, Puno, San Martín, Tacna, Ucayali y Tumbes, así como la provincia del Callao. 

El trabajo de las vacunadoras no está siendo fácil. Mientras que en las ciudades grandes como Lima han sufrido robos en dos distritos, las brigadas de la Amazonía tardan días en llegar hasta cada comunidad donde hay niños por vacunar y no siempre son recibidas con buena voluntad debido al clima de desinformación relacionado a las vacunas en algunas comunidades y a las limitaciones del personal para hablar la lengua originaria y explicar con una estrategia intercultural la importancia de la protección de sus niños.

El riesgo elevado de polio

Hace más de treinta años que no se registra un brote de poliomielitis o polio en Perú, una enfermedad transmitida por un virus que puede afectar la médula espinal y causar debilidad muscular y parálisis en piernas y brazos. En 1991 se registró el último caso de poliovirus salvaje en el país, mientras que los casos de niños infectados con polio postvacunal y polio virus derivado han ocurrido en 2003, 2013 y 2023. 

El 21 de marzo de este año, el Ministerio de Salud identificó un caso de poliovirus derivado de la vacuna oral (APO) en un menor de un año de la comunidad nativa Nuevo Belén, en la provincia Datem del Marañón, Loreto. El pequeño no había recibido ninguna vacuna contra la enfermedad, lo que lo hizo altamente vulnerable al virus. 

Cabe indicar que las infecciones de polio derivadas de la vacuna oral son muy raras, pero hay algunos factores que explican por qué pueden surgir. Las gotitas que se administran a los niños contienen virus vivos que han sido atenuados, lo que reduce su capacidad para producir parálisis o debilidad muscular, y luego de seis semanas, son excretados. Estos virus pueden mutar y transmitirse entre los niños que no han recibido ningún tipo de vacuna contra la polio, haciendo que el riesgo sea mayor en lugares con bajas coberturas de vacunación. 

Si a este escenario se suman malas condiciones de higiene, el clima tropical y el hacinamiento se elevan los riesgos, advierte la Organización Mundial de la Salud. En la comunidad nativa Nuevo Belén, la mayoría de las familias indígenas no tiene acceso a los servicios de agua potable y desagüe.

Vacunación polio
Los menores de 5 años necesitan recibir cinco dosis para evitar el contagio de la poliomielitis, una enfermedad que puede causar discapacidad e incluso la muerte.
Foto: Minsa

De acuerdo a los datos del Repositorio Único Nacional de Información en Salud (Reunis), hasta el 12 de agosto de este año ninguna región había superado el 50% de vacunación polio oral en menores de cinco años. Las tasas de cobertura más bajas están en Ucayali (25.2%), Madre de Dios (26.5%), Arequipa (28.5%), Lambayeque (28.6%), Ica (29.6%), Lima (29.8%), Moquegua (31.4%), Loreto (31.4%), Cusco (32.5%) y Piura (33.6%). 

El contagioso sarampión 

Hasta el momento, los resultados de la vacunación contra el sarampión son bastante similares: al menos catorce regiones no superan el 40% de cobertura con las dos dosis, entre las que se ubican Moquegua, Loreto, Ica, Lambayeque, Lima, Arequipa, Madre de Dios y Ucayali. 

El sarampión es una enfermedad viral muy contagiosa que afecta sobre todo a los niños y puede causar severos problemas de salud, incluyendo diarrea intensa, infecciones de oído, ceguera, neumonía y encefalitis (inflamación del cerebro). Se propaga por el aire cuando una persona infectada tose o estornuda. Este virus es tan contagioso que, si alguien tiene la enfermedad, hasta 9 de cada 10 personas a su alrededor también se infectarán si no cuentan con protección. 

Desde el 2001, Perú no ha registrado casos de sarampión, pero en los países fronterizos de Brasil y Colombia los casos han ido en aumento. “El virus no distingue la distancia geográfica, por eso puede seguir circulando y atacar a los niños no vacunados”, advierte la directora nacional de Inmunizaciones del Minsa, María Elena Martínez. 

Según la OMS, más de 140 mil niños fallecieron en todo el mundo en 2019 debido a complicaciones causadas por el virus del sarampión. 

Los casos graves son especialmente frecuentes en niños pequeños malnutridos, y sobre todo en los que su sistema inmunitario está debilitado. En poblaciones con altos niveles de malnutrición y falta de atención sanitaria adecuada, el sarampión puede llegar a matar al 10% de los casos.

Por eso, la mayoría de los países miembros de la OPS/OMS han introducido en sus esquemas de vacunación local la vacuna triple vírica contra el sarampión, las paperas y la rubéola para proteger a sus niños. 

La desigualdad para recibir vacunas

El Gobierno asignó este año más de 27 millones de soles para la campaña de vacunación contra el sarampión y la polio en un esfuerzo para recuperar la cobertura de tasas de vacunación infantil pre pandémica. 

De este presupuesto, 17 millones 781 mil soles se han utilizado para comprar las vacunas y cubrir los gastos de transporte para el traslado de las brigadas de vacunación. Esta inversión es clave para garantizar que las vacunas lleguen a las zonas más alejadas del país. Sin embargo, una de las dificultades que el Ministerio de Salud no ha podido resolver es la contratación de más vacunadores en las regiones de la Amazonía. 

La vacunadora Karla Vásquez, del centro de salud San Antonio de Loreto, cuenta que otros dos problemas que aumentan la dificultad de su labor es la migración constante de familias en zonas rurales distantes, lo que hace difícil ubicarlas en las direcciones registradas, y la actitud de rechazo hacia las vacunas fomentada por grupos antivacunas y religiosos. 

Por ejemplo, en el distrito de Pebas, los miembros de la Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal rechazan todas las vacunas. “Cuando les preguntamos a los padres la razón de su negativa a autorizar la vacunación de sus hijos, nos dicen que hoy existen más enfermedades debido a las vacunas, un criterio errado”, cuenta Vásquez. 

En realidad, las vacunas son la mejor estrategia sanitaria para prevenir enfermedades y salvar vidas. La inmunización salva a entre 2 y 3 millones de niños de enfermedades mortales cada año. Sin embargo, a nivel continental, estamos asistiendo al mayor retroceso continuado de la vacunación infantil en treinta años, advierte Unicef. Esta es una consecuencia de los impactos de la pandemia de covid-19 en los sistemas de salud, los desplazamientos de población y la creciente desinformación respecto a las vacunas. 

En la Amazonía, la distancia geográfica es otro inconveniente que dificulta el trabajo de los vacunadores. Llegar a algunas zonas de la provincia del Putumayo, fronteriza con Colombia, implica doce a quince días de viaje en lancha. “Eso demanda presupuestos muy elevados porque se tiene que garantizar la cadena de frío, alquilar una embarcación, contratar más personal al que hay que pagar el doble o triple de lo habitual”, dice el médico epidemiólogo Juan Celis, del Hospital Regional de Loreto. 

Además, si el programa de vacunación no tiene un enfoque intercultural que permita acercarse y ofrecer confianza a las poblaciones indígenas, la respuesta puede ser el rechazo. Los mensajes que transmite el Minsa para promover la vacunación contra la polio y el sarampión no se hacen en todas las lenguas originarias que se hablan en las comunidades amazónicas. “No es un asunto de traducción, sino de convocar a líderes de las comunidades, antropólogos y otros profesionales para comunicar los beneficios de las vacunas”, apunta. 

Por ejemplo, los nativos del Datem del Marañón tienen otro concepto sobre una enfermedad crónica y les es difícil comprender que una persona puede vivir muchos años con un virus como el VIH. Ellos piensan en la enfermedad en términos de curarse o morir. Pero en algunas comunidades, hay personal de salud que habla su lengua originaria y esto hace que se expliquen mejor algunos mensajes relacionados al cuidado de su salud y condiciones de vida.

En su informe “Ruta de la salud indígena amazónica”, la organización Hivos menciona que la participación de representantes indígenas en los equipos de salud favorece la promoción de la interculturalidad. En este documento destaca la valoración y el reconocimiento de la medicina ancestral y los conocimientos tradicionales para desarrollar políticas públicas que se adapten a la cultura de los pueblos indígenas.  “Cualquier intervención sanitaria debe tener en cuenta la definición y la comprensión locales de la salud y abordar toda la gama de variables que afectan a la salud de las poblaciones indígenas”, se lee. 

La Dirección de Inmunizaciones del Minsa asegura que sus brigadas están trabajando con los apus y líderes de las comunidades para que se acepte la vacunación. No obstante, el doctor Celis advierte que la promoción de la salud en los pueblos indígenas u originarios no se puede reducir a una campaña de pocos meses. Se requiere tiempo y presupuesto para desarrollar una investigación a largo plazo que ayude a superar los bajos índices de vacunación contra las 28 enfermedades que cubre el esquema de vacunación regular del país, incluyendo la polio y el sarampión.   

Trabajar en comunidad es la clave 

Hasta hace poco, las brigadas de vacunación eran vistas con mucho respeto en el país, pero solo en lo que va del año se han registrado tres incidentes violentos de robo y agresión a vacunadoras en Lima y regiones. Edson Aguilar, vicepresidente de la iniciativa “Voces Ciudadanas”, señala que no solo el clima de desinformación agudizado desde la pandemia ha afectado el programa de inmunización infantil, sino también los descuidos del Ministerio de Salud para coordinar sus campañas con las organizaciones civiles, las municipalidades, los comedores populares y el Vaso de Leche. 

“Estamos viendo situaciones que nunca hubiéramos imaginado. Enfermeras que salen a las calles y son insultadas o agredidas físicamente. Las campañas en redes sociales que lanza el Minsa o cualquier Dirección Regional de Salud (Diresa) también son atacadas con comentarios engañosos. En realidad, enfrentamos un serio problema de credibilidad de las autoridades sanitarias”, advierte Aguilar. 

Voces Ciudadanas recomienda que las brigadas de vacunación coordinen mejor con los colegios y los alcaldes para definir lugares y horarios oportunos que convoquen a las familias. Esto haría que se avance a un ritmo más acelerado y se alcance la meta de niños vacunados a fin de año.

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