Muy pocas de nosotras supimos qué era la menstruación antes de vivirla. Por eso, muchas crecimos con miedo, esperando el momento en que apareciera por primera vez esa mancha roja en nuestro cuerpo. Para muchas niñas, la menstruación sigue siendo una carga: por las burlas en la escuela, por el silencio en casa y por el estigma que aún la rodea. Ese problema se repite de generación en generación. En Perú, tres de cada diez niñas y adolescentes en edad escolar viven su menstruación con vergüenza y sin entender lo que les está pasando. Así lo reveló un estudio de Plan International realizado en 2022 en 24 colegios de Villa El Salvador, Carabayllo y San Juan de Lurigancho, tres de los distritos más poblados de Lima.
El proyecto “Nuevas Reglas” lleva más de cuatro años trabajando en estas escuelas para cuestionar los mitos que rodean la menstruación. No solo con las niñas y adolescentes, sino también con sus compañeros, docentes, madres y padres. Gracias a ese trabajo, cada vez más estudiantes viven su menstruación con dignidad: con información sin prejuicios, productos adecuados, baños limpios y privados, y sin miedo a ser señaladas. El cambio es evidente: el porcentaje de niñas que viven su menstruación de forma más segura y respetada pasó del 16% al 44%.
Pero el desafío sigue siendo enorme. Más de un tercio de las niñas peruanas deja de ir a la escuela cuando menstrua. En regiones como Loreto y Ucayali, en la selva del país, la cifra es aún mayor. Muchas faltan a clases por cólicos, por temor a mancharse o a que alguien note el olor de la sangre. Así lo reveló un estudio del Instituto de Estudios Peruanos y Unicef en 2020. En estas zonas, muchas niñas deben combinar telas con toallas higiénicas porque no pueden costear productos de higiene menstrual todos los meses.
Aunque en 2021 se aprobó la Ley para promover la gestión menstrual, todavía no cuenta con un reglamento. Eso impide que se implementen políticas concretas para garantizar el acceso gratuito a toallas higiénicas y otros productos menstruales para las mujeres más vulnerables. Pero la ley va más allá: también exige el compromiso del Ministerio de Educación para brindar información sin prejuicios sobre la menstruación y asegurar que las escuelas cuenten con espacios adecuados donde las niñas se sientan seguras y acompañadas.
Así lo explica la doctora Gladys Vía, coordinadora nacional de Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos de Plan International y especialista en prevención de la violencia de género. “Si no nombramos a las niñas y adolescentes con voz propia, si no incluimos sus experiencias e ideas, terminamos por invisibilizarlas”, advierte la especialista.
📌 La primera menstruación puede vivirse a veces con miedo o con vergüenza. ¿Qué aspectos cambian cuando las niñas o adolescentes tienen una red de apoyo que las acompaña desde el inicio?
El 10% de las adolescentes no sabe qué es la menarquia o primera menstruación. Cuando en casa no se habla del tema, se percibe como algo sucio, vergonzoso, incluso como algo que no debe nombrarse. En muchos casos, la conversación recién ocurre después del primer sangrado. Las niñas lo comentan en secreto y muchas familias asocian la menstruación con la idea de que “ya son mujeres”, cuando lo que realmente necesitan es información clara y acompañamiento.
Hablar honestamente de la menstruación implica reconocer que es un proceso natural y biológico, que puede haber dolor o molestias, y que existen formas de aliviarlo: consumir infusiones calientes, descansar o, si el dolor es muy fuerte y prolongado, acudir a un centro de salud. La menstruación debe dejar de ser un tabú y tratarse con la mayor información posible, desde una edad temprana.
📌 Si hablaran abiertamente de la menstruación, ¿las niñas tendrían más confianza para conocer su cuerpo?
Sí. Con educación menstrual, las niñas pueden comprender mejor su ciclo: la fase estrogénica, la ovulatoria y la progestacional. Por ejemplo, sabrían que días antes del sangrado es común que las mamas se inflamen o duelan. También aprenderían a adaptar sus hábitos: las mujeres con ciclos regulares podrían reducir el consumo de sal antes de la menstruación para evitar hinchazón. Informarse les permite vivir el proceso de forma más digna. De hecho, solo el 16% de niñas peruanas vive su menstruación con dignidad, según el estudio de Plan International del 2022.
📌 ¿Qué implica una menstruación digna, según este estudio?
Que las niñas puedan hablar del tema sin temor, pedir productos de higiene en la escuela sin esconderse ni ser blanco de burlas por parte de sus compañeros varones. Con un proceso educativo, los varones pueden entender a sus compañeras, dejar de hacer comentarios ofensivos e incluso apoyarlas solicitando una toalla higiénica en el colegio, sin vergüenza y sin tabús.
📌 ¿Por qué es clave que la educación menstrual no solo implique a quienes menstrúan?
Porque es una cuestión de igualdad de género. Porque la menstruación no es un tema que atañe solo a las mujeres. Es importante que los varones empiecen a involucrarse para que sean más empáticos, para que hablen de este tema con mayor apertura. Hablar con los varones sobre la menstruación va a permitir que las relaciones entre hombres y mujeres mejoren, que los varones no ejerzan violencia hacia sus compañeras a través de burlas y comentarios peyorativos
📌 ¿Cómo el conocimiento sobre la menstruación puede proteger a las niñas frente a la violencia sexual?
El 30% de niñas considera que la menstruación debe ser parte de la educación sexual integral. Cuando las niñas conocen su cuerpo y sus procesos, entienden que tienen derecho a cuidarse, que si algo les incomoda pueden decirlo y serán escuchadas. La información fortalece su capacidad de reconocer límites y de pedir ayuda, y eso puede ayudar a prevenir abusos en un país con altas tasas de violencia sexual.
📌 ¿Qué enseñan las experiencias compartidas entre mujeres sobre el manejo del dolor menstrual?
Al no hablar abiertamente sobre la menstruación, muchas mujeres, niñas y adolescentes quedan expuestas a una serie de riesgos. La falta de información sobre este proceso puede generar momentos de ansiedad o impedir que accedan a un servicio de salud o que tomen algún medicamento para aliviar el dolor. Si no hablamos del tema, si se nos burla por sentir dolor, si se nos tilda de histéricas o se nos lanza frases peyorativas como “estás en tus días”, se termina violentando a las mujeres.
Por eso es clave que recibamos información desde una edad temprana —varones y mujeres por igual—, romper el silencio y poder hablar del tema con otras personas en espacios seguros y de confianza. En esas conversaciones también se pueden compartir saberes sobre cómo manejar el dolor de forma cotidiana: con una bebida caliente o una infusión con plantas naturales. Esos conocimientos, que se transmiten de generación en generación, también son parte de una educación menstrual integral.
📌 En Perú, existe una ley sobre salud menstrual desde 2021. Sin embargo, los ministerios responsables no la han implementado. ¿Qué pasos urgentes deberían tomarse ahora?
Muchas niñas, adolescentes y mujeres adultas son personas en situación de vulnerabilidad que no tienen acceso a productos de salud menstrual porque su costo no es accesible.
Cada mes pueden gastar entre 10 y 15 soles en estos productos, pero muchas mujeres viven en pobreza o son madres que deben priorizar otros gastos familiares. Es urgente aprobar un protocolo que permita mejorar, de manera gradual, el acceso gratuito a productos de salud menstrual, sobre todo para las más vulnerables. Sabemos que el Ministerio de Salud está elaborando una norma técnica para regular los procesos de la gestión menstrual, pero exigimos que se publique pronto.
📌 Además del acceso a productos menstruales, ¿qué otros aspectos debe incluir este reglamento de la ley?
Es fundamental incluir el componente educativo para seguir informando a niñas y adolescentes sobre la menstruación. El Ministerio de Educación debe asumir el compromiso de brindar información clara, sin prejuicios, en los colegios. También se debe garantizar que las estudiantes puedan acceder a productos de higiene menstrual y a baños adecuados, limpios, seguros y privados donde puedan desechar las toallas higiénicas o tampones. Esto requiere adecuar los servicios higiénicos escolares para que niñas y adolescentes se sientan protegidas. Es parte de una mirada integral de la menstruación como un tema de salud.
📌 ¿Qué aprendizajes y desafíos ha traído el proyecto Nuevas Reglas?
Hemos aprendido que educar desde edades tempranas, en el espacio escolar, ayuda a derribar los mitos en torno a la menstruación. Hablarlo de forma directa, con enfoque de género e incluyendo a los varones, permite romper el silencio y perder el miedo. También ha sido clave la capacitación de docentes. Antes, muchas niñas y adolescentes no decían que estaban menstruando, solo mencionaban que estaban enfermas. Ahora, con más información, los profesores pueden acercarse a ellas con naturalidad y conversar sobre el tema.
Otro componente importante es la formación de educadores pares: adolescentes que comparten información con compañeros y compañeras menores. También hemos observado que una relación más abierta entre las niñas y adolescentes y sus padres mejora el proceso de gestión menstrual. Por ejemplo, que un padre no sienta vergüenza al comprar una toalla higiénica es un gran avance.